viernes, 11 de noviembre de 2011

ADIOS A UN HOMBRE BUENO (por María Ruiz Fernández de Castro)

PARA ANTONIO GUERRERO (Se nos fue uno, ¡y de los mejores!)



Nadie puede decir que en UPyD nos falten nunca ganas para trabajar, da igual que haga frío, viento, llueva o nieve, siempre hay alguien trabajando para llevar adelante los sueños que compartimos. Los nuestros y los de tantos que aún no lo saben. A lo largo de estos cuatro años, desde que UPyD llamó, por así decirlo, a la puerta de mi casa, he conocido gente maravillosa que demuestra que, si se quiere, se pueden cambiar muchas cosas… Sin embargo, sumida como tantos otros en la vorágine que supone estar en medio de la campaña electoral, recibo, con enorme tristeza, la noticia de que un antiguo ( y queridísimo) compañero, nos ha dejado.

Antonio tenia ya setenta y tantos, (creo recordar) cuando le conocí, hace ya cuatro años. Yo andaba entonces por los dieciséis. Pero eso no le impedía llegar de los primeros a las reuniones que organizábamos en casa, en lo que por aquel entonces era casi la sede de la sierra. Éramos pocos, pero todos cargados de ilusión. A todos nos unía la esperanza y las ganas de reformar esto en lo que se está convirtiendo nuestro país. El país donde vivimos, y donde probablemente vivirán nuestros hijos. Todos queríamos (y queremos) conseguir un futuro mejor, uno diferente a ese que amenazaban los nubarrones negros del horizonte. Y Antonio, era uno más.

No faltó a una reunión. Bajaba en autobús, desde Los Molinos, en pleno invierno, fuera cual fuera el estado del tiempo. Venia a pegar carteles, a repartir folletos, a trasmitirnos la sabiduría de aquellos que vivieron tiempos malos y saben que se puede seguir adelante y mejorar. Él decía que quizá no llegaría a ver el cambio que ansiábamos, porque esas cosas llevan tiempo, pero que sí que seria parte de ello el día que lo lográramos. Trabajó como todos, y seguro que a él más que a nadie no le faltaban razones para quedarse calentito en casa. Sin embargo no le flaquearon las fuerzas.

Desde el escalón del más “anciano” de nosotros, completaba, como dice mi padre, el otro extremo de la cadena, en donde me encontraba yo, la más joven. Me enseñó, que hay que luchar por las cosas que queremos, por lo que nos une. Que hay que hacerlo de forma ordenada, sin prisa pero sin pausa y que nunca es tarde. Que hay que mirar más allá de lo que sucede dentro de casa, que hay que salir allí fuera, y hacerse oír. Que unos pocos, acaban convirtiéndose en muchos, y que la voz de todos estos, se oye más que la de uno solo.

Nos marcamos un objetivo: un diputado, parecía difícil, imposible casi. Algunos nos llamaron locos, otros soñadores, idealistas, necios… todo lo que quieran sí, pero valientes, y ¿saben qué? ¡Lo logramos! Hace cuatro años, lo conseguimos.

No viste el cambio, Antonio, pero formas parte de él; viste entrar a Rosa en el Congreso, y sé que desde algún lado verás todo lo que conseguimos a partir de ahora. Celebraste conmigo la victoria hace cuatro años, y en unos días brindaré por ti cuando mejoremos el resultado.

Gracias por haber formado parte de esto, por que aún ahora, tu recuerdo, ayuda a salir a trabajar cuando flaquean las fuerzas. Porque tú lo hiciste por nosotros, y en gran parte, muchos se lo debemos a personas como tu, que quisieron dejar un mundo mejor que el que tuvieron.

Gracias Antonio.

(Y gracias a UPyD)

María Ruiz Fernández de Castro.

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