lunes, 19 de abril de 2010

EL TERCERISMO

Publicado en: ABC el 18/04/2010
Articulo recomendado por un afiliado UPyP Galapagar



El hartazgo de la política convencional es un fenómeno creciente que empieza a ser común a muchos países europeos, donde los ciudadanos se sienten desengañados por una nomenclatura atenta sólo a sus intereses sindicados, incapaz de interpretar correctamente los problemas que la crisis económica, social, intelectual y moral ha planteado con una crudeza imperativa. La lejanía de la clase dirigente empieza a ser percibida como una enfermedad del sistema político, aquejado de esclerosis por el egoísmo de sus élites representativas. Y la consecuencia es la búsqueda de alternativas terceristas en partidos y movimientos que hasta ahora apenas si representaban opciones minoritarias que de repente han comenzado a crecer ante la generalización del desencanto.
Así ha ocurrido en Francia con la extrema derecha, peligrosa beneficiaria antisistema del enquistamiento de Sarkozy y de la parálisis socialista, y en Gran Bretaña, donde el liberal Clegg -«el marido de la española»- se ha merendado con su frescura a un acartonado Cameron y a un triste Brown en el reciente debate televisado con audiencias de acontecimiento deportivo. Con un discurso fresco y desprejuiciado, Clegg desnudó a sus rivales poniendo de manifiesto su inane parecido y su idéntica falta de aptitud para captar las demandas populares, actualizando ante las cámaras esa frase de Hayek sobre que todos los partidos son en el fondo socialdemócratas que conducen a la servidumbre y el intervencionismo. En un país anclado en el bipartidismo más sólido, los liberales adelantan ya a los laboristas en las encuestas y pisan los talones a los tories de un Cameron prematuramente anquilosado que se parece demasiado a Tony Blair y está perdiendo en tiempo record su abrumadora ventaja. La gente quiere cambios reales y necesita quién los encarne más allá del maquillaje y la retórica.
En España es patente desde hace tiempo el desapego por una política miope, anclada en la bronca sistemática y en una impúdica lucha por el poder. Las expectativas crecientes de la UPyD de Rosa Díez se explican desde la flagrante percepción de una escena política dominada por el autismo. Vivimos entre la incansable voracidad nacionalista, la frivolidad irresponsable del zapaterismo y la falta de vuelo de un PP anestesiado: la peor clase política de la democracia. El discurso de R10 no necesita siquiera de un programa; le basta con enarbolar la coherencia de la nación frente al desparrame autonómico y recoger la desilusión que genera una dirigencia desgastada y exánime. Si hasta ahora había venido creciendo a costa de los electores decepcionados de la derecha, la incapacidad del PSOE para articular respuestas a la crisis le está llenando el capacho con intenciones de voto provenientes del desaliento socialdemócrata. El problema que Díez quizá tenga que afrontar pronto, como Clegg, es el de demostrar que es tan distinta como quieren creer quienes apuestan por ella.

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